Conoce una de las fincas donde se produce el tomate cherry pera por excelencia

La barriada de El Alquián es una zona tomatera por excelencia dentro el ecosistema de la agricultura de Almería. A su entrada, viniendo desde Almería, se suceden las hileras de invernaderos entre los que destaca uno sobre el resto. Situado a la izquierda de la carretera, se alza una finca de unos 17.000 metros cuadrados de superficie que da la bienvenida a la sede de la empresa Caparrós: el Museo de Lobello.

El Museo de Lobello es el invernadero más emblemático de Caparrós y uno de los símbolos de la EMPRESA DE FRUTAS Y HORTALIZAS nacida en desde 1984. Es una finca multitúnel tipo gótico, llamada así porque sus arcos siguen el patrón del estilo arquitectónico que dominó la Europa continental durante la Baja Edad Media. Este invernadero no es uno cualquiera; ha recibido visitas de numerosos alcaldes de ciudad, líderes políticos nacionales, medios de comunicación como Canal Sur o Televisión Española, delegaciones de países extranjeros, y por supuesto visitas de niños y niñas en edad escolar, organizaciones sociales y medioambientales. El secreto del interés que despierta el Museo reside en su interior: un vergel de más de una hectárea y media en el que se produce uno de los mejores alimentos cultivados en el campo almeriense: el tomate cherry pera Lobello.

 Tomate cherry Lobello

Este fruto de color rojo intenso es una de las joyas de la corona de Caparrós. Su forma ovalada y su textura fina y suave son unos atributos que complementan al elemento más característico de esta solanácea almeriense: su gran sabor. El equilibrio entre dulzor y acidez que tiene Lobello es simplemente digno de admirar. Se trata de un tomate que está entre los 11 y los 12 grados brix, lo que la convierte en una de las variedades más sabrosas del mercado, tal y como demuestra el reconocimiento “Sabor del Año” que el tomate Lobello ha obtenido durante los últimos tres años (2019, 2020 y 2021).

El Museo es una de las casas en las que el Lobello vive antes de ser cosechado. Aquí, su ciclo de vida tiene lugar entre agosto, cuando se siembran las primeras plantas, hasta principios del mes de junio, época en la que se suelen recoger los últimos frutos de la campaña. En los meses de verano, las tareas de limpieza y acondicionamiento cobran protagonismo en el invernadero para ponerlo a punto de cara a la siguiente campaña.

Un cultivo especial

Otro de los atractivos del Museo de Lobello está en el SISTEMA DE CULTIVO NGS utilizado para la producción de este producto. Se trata de un sistema recirculante que permite un aprovechamiento máximo de la planta tanto del agua como de los nutrientes suministrados. Las plantas se sitúan a unos 50 centímetros del suelo dentro de unas bolsas de plástico alargadas, dejando un espacio de separación de 30 centímetros entre planta y planta. Dentro de las bolsas, se crea un circuito a través del cual circulan el agua y los nutrientes introducidos con unos goteros en el sistema. Gracias a esto, las raíces absorben los nutrientes necesarios aportados. Una vez finalizado el recorrido que siguen los insumos a lo largo del circuito, los excedentes vuelven a introducirse de nuevo en el sistema, por lo que el desperdicio es prácticamente nulo.

Por todos estos motivos, el Museo de Lobello se ha convertido en una atracción social. Al margen de su importante rol como lugar de producción, este invernadero refleja el afán innovador de la empresa Caparrós en su apuesta por la sostenibilidad medioambiental, un valor que se añade en cada kilogramo de tomate Lobello cultivado en este invernadero.